Ahora ya sí. Ya tenemos lo que resultaba una imperiosa necesidad. Huelga. No pude evitar ayer mi expectación al escuchar a los máximos exponentes del sindicalismo español. Me váis a permitir que antes de nada introduzca un sucinto perfil de lo que para mi representan Cándido Méndez y Toxo. El primero, representante de la UGT con su copiosa barba rezuma ese carácter de bonachón. Recuerda la lucha sindical de base, es decir, la de tradición. Atomiza discurso por sectores, tratando abarcar la desafección obrera contra el sistema de una manera simple pero sincera. Digamos que le da el carácter romántico al sindicalismo. El segundo no. No lo soporto, sin más. Ayer era entrañable el trasfondo de sus discursos. Eran discursos para mí olvidados, el señor Toxo con retórica decimonónica recordaba que la lucha obrera se tenía que simplificar en un simple ejercicio de acción-reacción. Cuando el gobierno no actúa en la línea del benplácito sindical el gobierno tenía que abdicar de sus funciones y plegarse a las demandas sindicales. Un tono imperativo, con el serio agravante de intentar enfurecer a las masas sindicalistas.
Sinceramente pienso que los sindicatos cuando hacen protestas de este tipo caminan por la senda de la inconsciencia. Se confunden de país, de tiempos y de sistema. Estamos en la España de la UE (a pesar de las trabas caminamos hacia la construcción supranacional del proyecto europeo), estamos en el siglo XXI donde el principal reto de una economía a nivel internacional es afrontar los retos de la globalización. Por último me refiero al sistema. España no es un Estado donde las decisiones provienen por decisiones autoritarias y dictatoriales. Por muy dolorosas y sufridas que puedan ser las medidas que adopte el gobierno, existe un marco democrático y parlamentario donde se aprueban las leyes. En definitiva esto desvirtúa y de alguna forma aplasta todo el argumentario del sindicalismo español. Otra cosa muy distinta es la coordinación y cooperación de fuerzas sindicales a nivel internacional, a partir de ese momento, para mi, todo movimiento sindical es trascendente en caso contrario deja de merecer la pena.
Partimos de que somos parte del sistema y por tanto aceptamos las reglas. Sería muy interesante adaptar un ''teorema de imposibilidad'' para la economía global. Dice que la democracia, soberanía nacional e integración económica mundial son mutuamente incompatibles: podemos combinar cualesquiera dos de las tres, pero nunca tener las tres simultáneamente y en su esplendor. En la siguiente entrada abordaré este interesante teorema. Desde el punto de vista político, social y económico resulta imposible la combinación conjunta de esos tres elementos. Si alguien es capaz de demostrar que sí, no lo dude, llamen a la puerta de la Casablanca. Pero si he de ser sincero no creo que ni Méndez ni Toxo tengan la llave a este trilema. Y más que en estos momentos, tengan algo que aportar. Un trilema que dolorosamente lleva a la paulatina destrucción del Estado del Bienestar.
Un saludo.
P.d si algún lector tiene una idea mágica que aportar que no modere su entusiasmo.
